Laburo

Trabajo. Laburo. Yugo. Como se lo quiera llamar, el laburo está presente en la vida de todo ser humano.

O casi todo ser humano.

El tema es que tarde o temprano a todos les toca arrancar para las ocho horas, ya sea para pagar los propios vicios, pagar los vicios ajenos o porque sos un niño nacido en el sudeste asiático y tu única chance de comer es laburar 17 horas en una fábrica de Nike. Por los motivos que sean, bienvenido al mercado laboral.

No es que sea fácil ingresar; la lucha por un buen puesto de trabajo puede ser voraz, y generalmente arranca en la formación que uno tenga, formal o informal. Y ahí vamos y nos armamos un lindo currículum vitae y lo tiramos por donde venga, cuestión de tener más chances de quedar en algún lado. Aquí comienza el primer problema: he tenido la chance de observar los currículum de otras personas, y la verdad que algunos asustan un poco. Es que en definitiva ese es parte de nuestro problema con la educación: te enseñan la diferencia entre diptongo y hiato pero no las básicas de armar un currículum; como qué foto que poner, el no poner como referencia personal a tu abuela o al menos, como mierda se escribe currículum vitae

Acá no hay dos chances, la cagaste con el CV y chau pinela.

Después probablemente venga una entrevista en donde vas a conocer a tus probables futuros jefes. Si, JEFES. Durante la etapa escolar/liceal/universitaria uno se acostumbra a lidiar con maestros y profesores. En su mayoría todo bien, pero existen esos que hacen que el resto tenga un mal nombre. Con los jefes pasa lo mismo, generalmente son personas como uno, pero que están hace más tiempo trabajando en el lugar, son más capaces que uno o al menos han sabido lamer los esfínteres de las personas correctas.

Pero están los otros, esos que parece que sus vidas se revolvieran en el hecho de cagar gente y hacer sufrir al prójimo. Generalmente abundan en lugares donde la movilidad del personal es alta y en consecuencia la palabra «recursos humanos» se reduce a la capacidad de exprimir la mayor cantidad de dinero posible de una persona y luego desecharla.

¿Cómo dijo?

En todo caso, el jefe no es siempre el peor de los problemas. Los compañeros también pueden ser una contraparte podrida del laburo.

Algunos de los especímenes de compañero de trabajo más jodidos que te pueden tocar:

El alcahuete

Siempre tirando una onda en apariencia buena para con el compañero, pero que en realidad busca ganarse tu confianza para ir y bocinearle al jefe que un día caíste a trabajar con resaca o directamente borracho (¿ta mal?). Es un incapaz y por eso no llega a más, pero su máxima satisfacción es felar o cunilingusniar al superior de turno para conseguir favores intrascendentes. Su frase favorita es: «Buen día <nombre de el/la jefe/a>, ¿Cómo anda? ¿Puedo pasar a su oficina para charlar un rato?»

El amargo

No saluda, no comparte chistes, no participa de las pencas, no ayuda en nada que no sea su trabajo, no pone guita en la vaquita para contratar strippers en la fiesta de fin de año, no te presta hojillas para armarte un faso en la hora del almuerzo. Es un eterno NO y una eterna cara de ojete. Probablemente esté podrido de laburar y cuando llega a la casa también basurea a su pareja e hijos. Frase favorita: «No.»

El garrón

Aparentemente esta persona trabaja sin cobrar o se lo gasta todo en la rula, ya que constantemente está mangueando a todo ser viviente. Si hay que poner plata para los bizcochos, se hace el dolobu, si pasa uno vendiendo curitas te pide unos mangos porque no tiene cambio. Cada tanto te pide «un mensaje» porque se quedó sin crédito. A la hora de salir a tomar algo se va sin pagar o te dice que arreglan otro día. Frase favorita: «Che, ¿no me convidás con un pucho que se me acabaron y el kiosco ya cerró?»

No es que yo sea un pesimista con el trabajo, es que, seamos sinceros, trabajar es una poronga. Sí, también es cierto que no trabajar es mil veces peor. Pero no por nada la palabra trabajo viene del Imperio Romano, y hacía referencia a un elemento de tortura.

OTRO elemento de tortura.

Yo sé que hay quienes se encuentran conformes y felices con su trabajo, pero son los menos. Tomemos el caso del recientemente fallecido Steve Jobs que no paraba de hablar de hacer lo que uno quiere y Carpe Diem y todas esas boludeces. Claro, el flaco laburaba de lo que quería y encima ganaba una torta de guita. Así cualquiera. De cualquier forma, por más bueno que sea el laburo, a uno le saca tiempo de las cosas importantes de la vida, como consumir cantidades absurdas de alcohol, mirar fútbol o sencillamente masturbarse frenéticamente viendo pornografía de enanos travestidos.

A pesar de todo esto, el laburo nos puede dar una de las satisfacciones más grandes que puede recibir un ser humano…

Biyuya.

Atte.

(el) Mansa

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